Mayo 08 2021 | 750 Palabras por día

Hoy se cumple una semana desde que inicié este desafío de escribir al menos 750 palabras al día y, la verdad, me hace mucha ilusión. En estos 7 días me he esforzado en completar la tarea y enfocarme en su desarrollo, como nunca antes. He estado vigilando mi frecuencia como si se tratara de aquel especialista, entrecerrando los ojos frente a unas pantallas de monitoreo en una Unidad de Cuidados Intensivos. Como si yo fuera el paciente y el médico al mismo tiempo. 

He hallado en este proceso creativo sobretodo luces, muchas luces. Incluso me sentí esperanzado en que, esta vez sí, pueda llegar a publicar ese libro que tanto quise escribir. Me levantaba de la cama teniendo en mente una actividad específica que hacer. Igual que cuando uno sigue una rutina de trabajo. Y, al terminar el objetivo mínimo diario, me sentía satisfecho y orgulloso de mí mismo. Mi autoestima iba aumentando paulatinamente. 

Pero, al mismo tiempo, previsiblemente, me he dado cuenta que avanzar hacia el próximo peldaño, requerirá de mi parte una mayor cuota de disciplina. Y, poco a poco, empezar a discernir qué rumbo iría tomar este proyecto. Porque la cantidad de vivencias, con sus respectivas oscilaciones emocionales, se cuentan desde mis primeros años de mi infancia. Es demasiado. Agruparlas, sintetizarlas, simplificarlas y edificar un relato cronológico sería una alternativa. Aterrizar en un viaje específico, como aquel que me llevó de París a Berlín en 2009 y matizarlo con un estilo donde confluyen la realidad y la ficción, es otra opción. En un momento dado, debo decidir qué hacer ya que no puedo simplemente describir un episodio inconexo y atemporal en lo que queda por venir. 

Una tercera alternativa es escribir una novela de ficción, sería una ficción dramática, con elementos profundamente autobiográficos. Es una técnica que me llama mucho la atención y que me gustaría desarrollar algún día, porque tengo la impresión que ese estilo es liberalizador y alivia el peso que conlleva una crónica biográfica que, en mi caso particular al menos en este tiempo presente, es sencillamente muy denso. 

Me he percatado también estos días que, al incurrir en un relato basado únicamente en mis recuerdos, he cometido un error en la descripción de un detalle que, al comprobarlo en Google Maps Street View, no me dió tiempo para subsanar. Había que modificar gran parte de la pieza original. Me estoy refiriendo específicamente a la situación vivida en una Pedanía de Castilla La Mancha, durante mi viaje desde Madrid al Santuario de Lourdes, en los Pirineos franceses. Mi descripción de un galpón en estado de abandono no era tal. He revisado las capturas fotográficas de Street View en Google Maps y, ahí aparece el galpón en buen estado, con sólidas estructuras metálicas y de hormigón armado. Es un sobrado para guardar el pienso que, al corregir la naturaleza de mis recuerdos, efectivamente, no estaba abandonado. Todo lo contrario. 

Una vez leí en Internet parte de un libro de viajes de alguien a quien he conocido en Santiago de Compostela, en la Galicia española. Recuerdo que hablamos en el comedor de las monjas vicentinas, durante esos almuerzos multitudinarios de gente en estado vulnerable, como yo. Esta persona subrayó que estaba escribiendo un libro y que se hallaba al final del Camino de Santiago para recopilar experiencias de viajeros. En su libro se refiere a mí, pero con datos que no son correctos. Significa que en la elaboración de un relato, es pernicioso y hasta diría normal que se incurra en desaciertos. Quizás forme parte de la profesión.

La aplicación 750 words me ha ayudado a sacar, como una surgente, lo que yo venía acumulando durante mucho tiempo y, desde ya, es absolutamente recomendable. No estoy seguro de seguir utilizando esta herramienta en el futuro. Quizás ya no haría falta, puesto que yo ya me habría convertido en el capitán de mi velero surcando los mares infinitos e inconmensurables. Me habré convertido, quizás, en ese hombre que existió en la vida real, caminando las cuestas interminables, empujando una bicicleta, tal vez la única en el Mundo, de más de 4 metros de largo y 90 kilos de peso en su conjunto. Una vez he estacionado La Ponderosa, que es como se llama mi bicicleta, en una báscula para pesar los cargamentos de uva en una cooperativa vitivinícola, en el centro de Francia. El peso neto registrado fue de 89,70 kilos. La magnitud y la longitud de mi bicicleta, conscientemente preparado para llamar la atención, fue motivo de constantes críticas en la comunidad global de viajeros de bicicleta. Es uno de los tópicos que abordaré en algún episodio futuro.       

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